Agosto 2013
HISTORIA PARA REFLEXIONAR
Enviado por ljimenez en Jue, 15/08/2013 - 10:40
LA TORTUGA
Una niña llora desconsolada por la muerte de su pequeña tortuga. El padre le dice que no llore más, que él le comprará otra. La niña responde que es a su mascota a la que echa en falta y que ninguna otra ocupará su lugar. El padre no puede soportar verla llorar y le ofrece alterativas: te llevaré de viaje, te compraré regalos, la niña llora y llora. Al final, el padre muestra tal desesperación que la niña interrumpe su llanto y manifiesta una convencional alegría. En ese momento aprende que, si quiere agradar a su padre, cuando tenga deseos de llorar debe sustituir su emoción por otra que resulte más aceptable a su padre.
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Es importante aceptar y dar cabida a las emociones. Todas las emociones comunican cómo nos sentimos. Los padres tienen una gran función para que sus hijos aprendan a expresar las emociones de forma adecuada y en libertad. Camuflar las emociones por otras o esconderlas favorece que surjan problemas emocionales. Todos hemos sido hijos. Ahora desde la parte adulta podemos preguntarnos si sabemos expresar de una manera sana nuestras emociones y responsabilizarnos de hacerlo. L.J.A. |
FRASE
Enviado por ljimenez en Jue, 15/08/2013 - 09:52
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CUENTO DEL DÍA PARA REFLEXIONAR
Enviado por ljimenez en Lun, 05/08/2013 - 10:51
LA MULA
Éste es el relato de una mula que vivía en Grecia y que todas las mañanas llevaba una carga de leña desde la granja en el valle hasta la cabaña en la montaña, pasando siempre por el mismo sendero a través del bosque, subiendo por la mañana y regresando al anochecer. Una noche, durante una tormenta, un rayo derribó un árbol que obstruyó el sendero. A la mañana siguiente la mula, caminando por su habitual trayecto, tropezó con el árbol que le impedía el camino. La mula pensó: “El árbol no debería estar aquí, está en un lugar equivocado” y continuó hasta golpear su cabeza contra el árbol, imaginando que éste se desplazaría, ya que ése no era su puesto. Entonces la mula pensó: “Quizá no he dado un golpe lo suficientemente fuerte”; pero el árbol no se movía. La mula insistió repetidamente. Dejo intuir al lector el trágico final de esta antigua fábula griega. (Nardone, G. 2002: 23) |
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